1 dic 2011

Nuevos paneles solares













El diseño de los paneles solares producidos por Solyndra se presenta como una obra de ingeniería muy bien pensada, estudiada y analizada desde múltiples puntos de vista. Su diseño tubular con un revestimiento que le garantiza protección contra agentes externos y, lo más importante, que le ofrece la posibilidad de obtener energía desde los 360° a su alrededor, invita al menos, a un diseño interesante de analizar.

Cada panel propiamente dicho está formado por múltiples tubos conectados en sus extremos y que forman una especie de pared donde los tubos están separados, la suficiente distancia, como para dejar pasar luz solar hacia abajo y como para permitir que el sol pueda incidir sobre cada tubo, en forma perpendicular, durante más tiempo del que lo haría sobre un panel plano.

La iluminación sobre cada tubo está compuesta entonces por tres fuentes de luz preponderantes: La luz solar directa, la luz reflejada, si el panel se coloca sobre un techo pintado de blanco, por ejemplo, y la luz difusa que puede provenir desde múltiples direcciones, producto de rebotes en estructuras cercanas o tubos adyacentes.

Entre las múltiples ventajas que caracterizan a los módulos solares Solyndra es que, al permitir el paso de la luz entre los “tubos fotovoltaicos”, se los puede utilizar sobre techos donde sea necesario el paso de la luz solar, por ejemplo, en plantaciones o en edificios con entrada de luz natural desde techos traslúcidos, por mencionar dos ejemplos sencillos.

Más ventajas se suman al comprender que la suciedad, el polvo y el barro se depositarán en menor cantidad sobre su superficie cilíndrica, necesitando así menor mantenimiento durante el año. Por otro lado, la orientación de la estructura no debe ser crítica, como en el caso de los paneles solares planos, para un mejor aprovechamiento de la radiación solar en forma perpendicular.

Este último punto en particular se observa en la especial cobertura intermedia que utiliza los principios de la refracción de la luz para direccionar los rayos entrantes, siempre hacia los tubos interiores fotovoltaicos. Es decir, la luz se desvía de su trayectoria para incidir en el lugar deseado y todo el conjunto se recubre por una capa final de vidrio que resguarda los elementos fundamentales de cada tubo. A los extremos, conectores especiales posibilitan la interconexión de muchos tubos en paralelo para obtener potencias útiles en el conjunto completo.

Pero todas estas virtudes comienzan a desmoronarse cuando el mundo de la economía y de los números se introducen en el ámbito de desarrollo de una obra de ingeniería. Según la propia empresa, los resultados obtenidos apenas superan en un 7% a los paneles fotovoltaicos tradicionales. Por otro lado, Solyndra utiliza di-seleniuro de cobre, indio y galio (copper-indium-gallium-diselenide, CIGS) para el desarrollo del material fotovoltaico, compitiendo en forma directa con el silicio que cada día baja más de precio.

Además, desde el otro lado del mundo, la enorme cantidad de subsidios que el gobierno chino hace a sus fábricas para irrumpir en mercados extranjeros, llegaron a marcar una diferencia de precios de un 100%. Sumado a todo esto, las estructuras de Solyndra no están apuntadas al usuario medio o pequeño sino que se requieren de grandes superficies para alcanzar a montar un sistema “mínimamente redituable”. Los productos de origen asiático no caen en un único nicho de mercado como sí lo ha hecho Solyndra y su bajo precio, acompañado de una diversidad enorme de tamaños y formatos, han inclinado la balanza comercial provocando el quiebre de la compañía americana. Dicho en otras palabras, los precios chinos se comieron a Solyndra.

Extraído de neoteo

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